El presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, ha puesto de manifiesto el norte político-ideológico que tiene para los medios de comunicación y los periodistas de Bolivia. Y, hay que decirlo con toda claridad, sus palabras y las que emitieron otros personeros son inquietantes, más aún si éstas han sido dadas en el inicio de una nueva gestión.
El Jefe de Estado ha sido quien ha revelado su intención de normar a los medios. “Por dignidad de los periodistas, hay que empezar a corregir y hay que empezar a normar. Y que todos nos basemos a las normas”, dijo Morales, quien además espera que los medios de comunicación y los periodistas tomen partido en su lucha contra el capitalismo. Es decir, que se adscriban al postulado del socialismo comunitario anunciado el 22 de enero.
Además, Iván Canelas, el vocero de la Presidencia, ha añadido otro elemento, sin duda, controvertido que afectará a la búsqueda de la información: limitar el secreto de las fuentes informativas.
Entonces, lo que corresponde, desde nuestro punto de vista, es abordar y reaccionar a semejante planteamiento con la mayor sensatez y de la mano de los principios éticos y democráticos. Con mucho tino.
Está claro que hay un plan para regular, desde el poder político hegemónico, al sector de la prensa. Y para ello, una vez más, el Presidente se reafirma en su política de generar tensión y conflicto, para ganar más espacios, para lograr mayor respaldo popular. Quizá quiera convertir a periodistas y medios de comunicación en actores, en generadores de información, para llamarlos nuevamente opositores a su régimen de gobierno, como ya lo hizo antes.
Y, una vez más, se pone en evidencia que el ejercicio libre del periodismo es visto como un obstáculo para los intereses y objetivos del Gobierno.
La libertad de información es un derecho inalienable de los ciudadanos. “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión (…) sin limitación de fronteras, por cualquier medio de comunicación”, reza la Declaración Universal de DDHH. Es decir, la libertad de prensa está garantizada por convenciones internacionales y por la misma Constitución. Respetarlas no es concesión alguna.
La libertad de prensa y la libertad de información son pilares de la democracia, quizá los más importantes en momentos de crisis política o como el que Bolivia vive ahora, con un actor político poderoso que levanta una nueva institucionalidad.
Por ello, se debe recordar que es conocida la estrategia gubernamental: lanza una propuesta, de manera directa o indirecta, genera debate, apuesta por la división de opiniones y luego busca la confrontación entre los actores, para luego imponerse con su propuesta original.
El Presidente ha sido enfático en su triada principista: no robar, no mentir y no flojear. Y sobre estos preceptos, el consenso, sin duda alguna, es pleno. Claro, los principios y las libertades no se discuten, por el contrario, se debe trabajar para respetarlos desde todos los ámbitos. Ése debe ser el norte.
Si se discute una ley para actualizar la que se tiene ahora, debe hacérselo entre todas las partes, porque una ley impuesta afectará a la democracia.
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