(Artículo publicado en Los Tiempos y Noticias Bolivianas)
Desde el inicio de la minería el ferrocarril fue un factor fundamental para el crecimiento de la economía y la integracion territorial y lo que la geopolítica denomina para la posesión y el dominio de lo geográfico. En Bolivia la línea férrea tuvo que ver con la extracción minera y su diseño acusó distorsiones por cuanto fortalecía la exportación hacia puertos chilenos. Regiones como el norte potosino, Oruro y La Paz fueron privilegiadas porque los yacimientos de Catavi, Huanuni, Pailaviri, San José, Milluni, etc., proveían la carga preciosa que conectada a la vía marítima, transformaba en producto metalúrguico base fundamental de la metal mecánica para fabricar vehículos, armas, instrumentos hogareños y médicos. Entre la primera Guerra (1914-17) y hasta la de Corea (1948-50) el auge minero significó ipso facto, el auge de los ferrocarriles.
El "genio industrial de Simón Patiño" logró combinar su necesidad de transporte barato y seguro de los minerales a los puertos de embarque en Chile y Perú, con florecientes negocios con el Estado, entre los que están la concesión de 30 kilómetros como derecho de via, a lo largo de toda la línea férrea, las enormes plantaciones de eucalipto que sirvió para la construcción de los durmientes de la via y de "callapos" que soportaron las extensas galerías interiores de las minas. Con todo, los ferrocarriles fueron casi el único medio de transporte de pasajeros y carga hasta más allá de la mitad del siglo XX, y la puerta de entrada y de salida a Chile, Argentina y Perú. La Bolivian Railway Co. explotó el ramal principal fijando condiciones onerosas que tuvieron una larga vigencia.
Durante los últimos 40 años el ferrocarril sufrió un deterioto progresivo por falta de inversiones y deficiente administración, a la clausura de líneas se sumó el episodio de las privatizaciones con resultados negativos. El servicio privatizado no mejoró la oferta globalmente, aunque ciertos tramos lograron mantenerse funcionando, numerosos poblados para los que el ferrocarril era vital, fueron desapareciendo y en el caso de Cochabamba y Oruro, han venido soportando un desmantelamiento sostenido y criminoso. Esto sucede en Bolivia cuando en países más avanzados el rol del ferrocarril se revaloriza y lejos de achicarse las redes se extienden y los servicios se modernizan y acomodan a las nuevas exigencias del mercado. De ahí que complace que por el momento, a nivel departamental la situación y las perspectivas del ferrocarill empiezen a contemplarse en las políticas de transporte y en proyectos como el Bioceánico que tiene un futuro de incalculable beneficio nacional.
Un buen ejemplo de la importancia de los ferrocarriles se encuentra en Canadá que por su ubicación geográfica contribuye a la exportación del carbón, la potasa, los sulfatos, la madera, la pasta de madera, metal y grano, mercancías adecuadas para los trenes, logrando arrastrar en convoyes de varios kilómetros miles de toneladas por grandes desfiladeros rocosos, llanos y bosques tupidos. Hay que tomar en cuenta no obstante la dura competencia que significa otras formas de transporte pesado, que se supera con ingeniosas formas de adaptación a los contenedores y plataformas de suelo bajo que reembarcan grandes camiones, tractores y tanques del ejército, lo que reclama una tecnología apropiada.
De las primeras carreteras construídas por los romanos para facilitar los desplazamientos de sus tropas a los territorios sometidos, siglos después las carreteras resultan imprescindibles para comunicar unos países con otros, alcanzar los centros de consumo por los productores de aquello que consume en volúmenes crecientes, la comunicación modifica las regiones que atraviesa e influye en la producción, la población y el comercio. Antes que las modernas carreteras con los trazos y diseños que disfrutamos hoy, surgieron los ferrocarriles en 1830 en Inglaterra, gracias al uso de la máquina de vapor que aplicada a los trenes aventajó a diligencias y carros de carga limitados por el clima, las lluvias, las nevadas y los asaltantes que detenían su marcha. Desde su aparición los ferrocarriles han influído poderosamente en la prosperidad de los pueblos. Tanto en Estados Unidos como en Europa las vías férreas enlazaron ciudades y regiones y contribuyeron a su florecimiento y esplendor.
Al período de depresión ferrocarrilera está sucediendo otro de reactualización en parte como consecuencia del proceso de cambio que se advierte por el deterioro ecológico y la urgencia de hacer economías en el consumo del gas y la gasolina en el transporte de pasajeros y carga. El uso del tren es benigno al medioambiente e influye en su elección por un público cada día mas consiente de su responsabilidad medioambiental. Es por tanto llegada la hora de retomar la propuesta del corredor entre el Atlántico y el Pacífico que pasando por Brasil, Bolivia y Chile permita el paso de productos hasta alcanzar los grandes mercados de consumo en Japón, India, China, Australia. También se menciona en fuentes oficiales la habilitación de otro corredor bioceánico por carretera asfalta, lo cual está bien, sin perder de vista el inconmensurable efecto del ferrocarril sobre todo otro medio de transporte por las características y circunstancias descritas.
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