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martes, 8 de noviembre de 2011

no podemos resistir al deseo de publicar este texto enviado por León Galindo con un sentido relato de lo que pasó al ingresar los marchistas del TIPNIS y ser recibidos por casi un millón de generosos paceños

La Paz, 19 Oct. (ANF) - El Presidente Evo Morales calificó el pasado domingo de día “histórico”. Este miércoles también quedará en la memoria. Sin embargo, es muy probable que el mandatorio prefiera olvidar ambos días. Hoy los paceños y muchos otros bolivianos que llegaron desde otras ciudades dieron una muestra contundente de apoyo a los marchistas del TIPNIS y un rechazo no menos rotundo al gobierno.
Cientos de miles de personas rebosaron las calles de La Paz. Sus estribillos ingeniosos alzaron a los marchistas al nivel de “héroes” nacionales y condenaron al mandatorio como “traidor” de la patria.
Cumplieron el deseo de Adolfo Chávez, el presidente del CIDOB, de que se formara una “escolta humana” y no un resguardo policial. Casi no se vio ni un solo policía por todo el recorrido. En cambio, mujeres, varones, niños, adolescentes y personas de la tercera edad, sin importarles si se conocían o no, caminaron agarrados de la mano para crear una cadena de protección a los marchistas desde Chuquiaguillo hasta la Plaza Murillo.
Hoy no había calles y aceras. Todo el escenario se convirtió en una masiva onda de gente y color. Además de banderas y pancartas, los paceños salieron a las calles cargados de ofrendas.  Había tanto entusiasmo para ayudar a los caminantes que a veces se agolparon sólo para entregarles un pan o un refresquito. En muchas ocasiones, el afán de los admiradores dejó asombrados a los marchistas. Después de la represión policial el pasado 25 de septiembre, han sido acogidos y bienvenidos por todos los pueblos que han transitado. Pero hoy se vieron convertidos en auténticos famosos de alfombra roja.
De pronto aparecía un brazo abriéndose camino entre la gente para estrecharle la mano a uno de los caminantes. Los afortunados alcanzaron a sacarse una foto a lado de unos de ellos y se notó la alegría en su rostro así como la envidia en los de sus compañeros que no se atrevieron con la multitud y se quedaron expectantes.
En algunos momentos, todos se volvieron espectadores, cuando se escuchó la sirena de una ambulancia. Los últimos días han sido duros para los marchistas y este tramo final también tuvo sus puntos difíciles. La altura, el efecto de varias noches desveladas en bajas temperaturas y lluvia y quizás la emoción del día, provocaron más dolencias, incluso la de Adolfo Chávez. Pero aparecían médicos voluntarios, que subían y bajaban por el camino, para recetarles con varios medicamentos.
Sin embargo, para algunos las ambulancias se convirtieron en carruajes casi reales. Varias mujeres embarazadas o con niños pequeños fueron llevados a la Plaza Murillo y con grandes sonrisas saludaron a la gente admiradora que tiraba caramelos por las ventanas abiertas.
El día se caracterizó por la elevada emoción. Al ver la llegada de los marchistas muchos paceños no pudieron dejar de llorar, se enorgullecieron de los marchistas que han sobrepasado muchas penurias. Entre todos los marchistas se hablaba de las cicatrices psicológicas que les causó la intervención policial y algunos todavía mostraron frescas las heridas físicas de aquel día. Aunque la gente les soltó un sínfin de elogios como “valientes” y “¡Qué coraje!”, los marchistas no se distrajeron. Nunca perdieron de vista su meta, ni sus 16 demandas.
Sólo cuando llegaron a la Plaza Francisco abrieron las puertas a sus sentimientos y a todos los altibajos de los pasados 65 días. Dejaron caer las banderas y cargas que llevaron los 500 kilómetros desde Trinidad y sentados en las gradas al lado de la iglesia escucharon al acto religioso ofrecido por los obispos de La Paz. Fue el primer momento de silencio en todo el día. Y en este momento las lágrimas empezaron a caer de los ojos de los indígenas marchistas. Fue un momento para reflexionar sobre el largo tramo recorrido, para recordar las penurias sufridas por el camino y no olvidar los varios hitos que aún les queda por adelante.
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