Estamos viendo cómo la popularidad de Evo Morales se está desmoronando. A fuerza de errores, de idas y venidas, de improvisaciones y de contradicciones, la gente que le era fiel ya no lo es. Pongo por caso los indígenas originarios del parque Isiboro-Sécure. Al respecto, acabo de releer, aún cuando con retraso, la transcripción completa del diálogo entre los indígenas originarios marchistas del TIPNIS, y los ministros que trataron de negociar con ellos el pasado mes de setiembre.
Improvisador, como siempre, Don Evo ordenó primero la construcción de la discutida carretera. Recordemos que, durante la marcha de los indígenas, huyó de Palacio para no tener que recibirlos. Pero la presión de los marchistas cálidamente aplaudidos por gran parte de la ciudadanía, obligó a Don Evo a retirar su orden de construcción. Tan tibia fue esta decisión que, el pasado 18 de este mes, fiesta departamental del Beni, en un arranque de mal humor, reafirmó que la carretera se construiría por el TIPNIS.
Allí se puede comprobar la gran dificultad, si no la imposibilidad, de un acuerdo entre las partes. No hablan el mismo lenguaje conceptual. Los indígenas originarios se sienten engañados por Evo Morales, quien ha dejado de ser, para ellos, el defensor de la madre tierra. Los colonizadores que, en un arranque de pedantería, se hacen llamar multiculturales” apoyan a Don Evo con más fuerza esperando la prebenda de más tierras arrancadas de la selva amazónica. Así tenemos a los campesinos indígenas divididos. Por cierto que, a los nuevos ocupantes del parque ecológico, los originarios les aplican al sobrenombre de invasores y “vendetierras”.
Está pues a la vista que el conflicto no ha terminado, más bien se está complicando. En efecto, por una parte, el gobernador de Cochabamba, Edmundo Novillo, está organizando una contramarcha (a destiempo) para imponer la construcción del controvertido camino que parte en dos el parque ecológico. Y por otro lado, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) anuncia que presentará una denuncia contra el gobernador por incitar a la violencia. A mayor abundamiento, los habitantes del TIPNIS ya hablan de “defender con sus arcos y flechas su territorio así como sus identidades culturales”.
Este lenguaje, tanto de una como de la otra parte, no es tranquilizador y hace temer que la opción ordenada por el propio presidente Morales – que tampoco es dialogante sino imperativa – sea una desafortunada oportunidad de confrontación.
De esta manera se van sumando los desaciertos que le hacen perder credibilidad y confianza a Don Evo. Con sólo advertir que son muchos quienes le llaman el “presidente cocalero”, es más que suficiente para opinar que el segundo mandato de Don Evo, dista mucho de ser tan exitoso como fue su llegada al poder en el año 2006.
Todo se ha puesto cabeza abajo: el Evo Morales defensor de la madre tierra, ahora es el principal responsable de la depredación. El Evo líder de los campesinos originarios, se queda en dirigente de los grupos cocaleros y altiplánicos. A punto de confrontación: los indígenas originarios, resultan desamparados si no castigados, como lo demostró la represión policial del 25 de septiembre; frente a los colonos invasores que son respaldados por el propio jefe del Estado Plurinacional. Malas condiciones para una concertación pacífica deseable.
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