EL AMERICANO (ya no tan)FEO
Karen Arauz
Con la guerra fría en su auge, dos autores norteamericanos ( Lederer y
Burdick ) tuvieron la notable habilidad
de adjetivar total y definitivamente a
sus coterráneos. El Americano Feo,
novela catalogada de ficción política, fue abrazada por ciertas corrientes
anti-imperialistas hasta casi apropiársela-,
simplemente porque la trama les daba la razón.
Con la caída de la Unión Soviética surgieron corrientes nostálgicas de neo
comunistas que en los últimos tiempos,
sobre todo en América Latina, sólo se han desnudado para mostrarse tal cual
son: oportunistas, fanáticos irreflexivos aunque todos muy hábiles para disfrazar su
extremismo y sus tentaciones totalitarias, legalizándose por medio de los mecanismos
democráticos. Todos sabemos, que esta
táctica, les presta legalidad, pero su legitimidad, no podría estar más
cuestionada. Una vez abandonado el foquismo
y la clandestinidad con su romanticismo, han logrado mimetizarse en las instituciones
democráticas.
A la luz de los últimos acontecimientos hemisféricos, el "un Vietnam,
dos Vietnam, cien Vietnam" de Chávez ha sido superado y el Foro de San
Pablo,- con el sello hereditario de la otrora internacional socialista-, es el legado
que el mundo facturará a Fidel Castro,
quien vio en su formación el modo de seguir financiándose abandonando la exclusiva polarización
izquierda-derecha. Se le ha dado valor
desde los radicales ambientalistas,
hasta a los militantes del orgullo gay, descubriendo -entre otros- que el
indigenismo, podría ser un estupendo modo de
que Cuba continuara sobreviviendo vendiendo ideología y sus probados métodos
de dominación vía supresión de libertades.
Muerta la Unión Soviética, para paliar los mermados ingresos de la isla
amén de su soledad, se echó mano de la
demagogia que a nombre de "soberanía" (nacionalizaciones que son
simple compra de activos) se constituyeron en aliados ideales para seducir a ciertos líderes de países de Latino
América en su utopía utilitaria. Pero luego
muere su más eficaz instrumento: Chávez Frías y el sucesor por ellos elegido,
Nicolás Maduro, resulta una verdadera catástrofe que hace tambalear toda la
estantería tan cuidadosamente construida. No obstante, la destrucción de la
institucionalidad democrática, como la anulación de la independencia de los
poderes (el electoral en Bolivia es una patética demostración) aún rinde sus
frutos en media docena de "progresistas" del Siglo XXI.
"El socialismo no sirve ni para
Cuba" Fidel dixit. Sabía perfectamente,
que no podían seguir siendo esa isla más allá de lo geográfico y continuar
remando contra la corriente. Exportadas y agotadas sus ideas, ha llegado el
momento del pragmatismo. Y para ellos,
auspiciosamente, emerge un presidente norteamericano, que busca a su vez la
manera de distinguirse del resto y dejar plasmada una iniciativa que le
signifique una lugar destacable en la historia. Las siempre cuestionadas
políticas de relacionamiento externo de la primera potencia del mundo, encuentra
en la integración de Cuba, un saludable paño frío a su mítica fama de americano
feo, paternalista, mandón e
intervencionista.
Llegar a territorio americano portando cigarros Partagás o Cohiba, ya dejó
de ser un delito. Cuba, abandonará en breve, la temida lista de países
propiciantes de terrorismo y con el tiempo, la flexibilización del embargo
convertirá a la bella isla caribeña, en receptor de sus marcas poderosamente
colonialistas y cruceros de súper lujo repletos de imperialistas masca chicle y
chillonas camisas floreadas, pero
portadores de las divisas de urgente necesidad. Esto terminará de hacer añicos
su retórica a tiempo de dejar hablando solos a sus amigos de la ALBA.
Ha sido el mismísimo Raúl Castro, el encargado de suavizar la imagen tan
fea de los americanos. Obama, había sido un buen tipo, honesto y valiente.
Aunque fiel a su formación, Castro resaltó el origen humilde de Barack Obama como
causante de esas virtudes, para quedarse al menos, con un milímetro de su
orgullo y de su discurso incólume. Obama y Castro en la Cumbre de Panamá, pusieron la melodía en el concierto para dos.
Descolocados y rabiosos quedaron los radicales que pretendían un
"ajuste de cuentas" con Obama por proscribir a siete connotados
corruptos venezolanos. Hay que admitir, que las firmas de supuestos 10 millones
de venezolanos para "exigir bajo conminatoria de ajustarle la horma de sus
zapatos" no pasó de ser una nueva anécdota y se fueron por donde vinieron.
Y por supuesto sirvió como una gran distracción a la insistente violación de DDHH y a la persistente crisis financiera con su
siamesa, la rampante corrupción.
Los discursos agresivos de Cristina
Kirchner o Nicolás Maduro entre otros, no hicieron más que ridiculizarlos
considerando que el show se lo robaron
los hoy ex-enemigos íntimos. Probablemente pasan por alto, que Cuba no es un
peligro para la seguridad de Norteamérica. Mucho menos Venezuela. Otra cosa que si se ha logrado con este acercamiento, ha sido frustrar
en parte, los avances de interesada seducción de Rusia y China hacia
Latinoamérica.
Estados Unidos, más allá de su presidente, tiene asuntos algo más importantes y urgentes
en su agenda de liderazgo mundial. Es probable que ahora sí, dirija -sin
distracciones- sus esfuerzos y su puntería hacia los que pueden poner en
entredicho su peso en el mundo. Los próximos pasos de los feos americanos -por
estas latitudes ya no tan feos-, con seguridad se dirigirán al Medio Oriente.
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