La decisión de desechar la construcción de un monumental cuanto innecesario estadio de fútbol utilizando un proyecto avalado por el Colegio de Arquitectos de Cochabamba es un serio revés a esta organización.
Hay que recordar que para concretar un deseo del Primer Mandatario, se convocó a un concurso de diseños de estadios, resultando ganador el que se comenta, que recibió el nombre de “El Batán” y por el cual se erogó, como premio, 60.000 dólares. De nada valieron las observaciones jurídicas, técnicas, medioambientales, para hacer entender la irracionalidad de esa construcción. Sólo la intervención de una misión internacional deportiva que estableció que el proyecto no se ceñía a las normas internacionales vigentes hizo que se lo desechara (aunque la idea de la construcción se mantiene).
En ese proceso la actuación del gremio de los arquitectos deja mucho que desear. Primero, avalaron un concurso sin que se cumplan mínimas condiciones para diseñar una obra a construir: propiedad de los predios, estudio de suelos, normas internacionales vigentes, cálculos elementales de construcción, respeto al medio ambiente... Sólo se hizo la maqueta cual dibujo libre que gustó a quienes quieren esa obra.
Los colegios profesionales tienen, entre otros, tres principios básicos: defender los intereses legítimos de sus afiliados; preocuparse por su permanente capacitación y actualización, y servir a la sociedad, obligación que en el caso del Colegio de Arquitectos adquiere más responsabilidad porque se les ha otorgado la atribución de avalar las construcciones que se realizan para que sean autorizadas.
Ninguno de estos principios se ha cumplido en el caso que se comenta, razón suficiente para sugerir a los arquitectos, hombres y mujeres, reflexionar nuevamente sobre su papel y aporte a la sociedad, hoy en entredicho.izmene. albricias
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