Referirse al problema del tratamiento de la basura en el eje metropolitano es una rutina anual, pues cada año surgen conflictos en los tradicionales botaderos, que no reúnen condiciones básicas y están saturados, y se difunden noticias en sentido de que la Gobernación y las alcaldías involucradas arriban a un acuerdo para la construcción de un moderno sistema de tratamiento de basura, a ser ubicado en un determinado lugar, adoptando todas las previsiones sanitarias y medioambientales que se requiera para garantizar la salud de la gente. Pero, también anualmente, a las pocas horas de conocerse esta información, las poblaciones circundantes rechazan el acuerdo, amenazan con movilizaciones y sus alcaldes dan un paso para atrás, volviendo todo a fojas cero.
A medida que se repite esta perversa rutina, crecen los conflictos en todos los municipios del eje porque la basura aumenta vertiginosamente, provocando crecientes problemas de salud y contaminación.
Este año se ha repetido esta secuencia tentando a que cada uno de los municipios haga lo que pueda con el problema, pese a que está demostrado que hay avanzadas tecnologías de tratamiento y reciclamiento de basura que son factibles de adoptar siempre y cuando sean los municipios del eje los que las adopten, pues en forma separada es demasiado oneroso.
Por tanto, así como se debe pedir al Gobernador no dejar de lado la política de aunar esfuerzos, a los alcaldes involucrados se debe instar a que subordinen sus legítimos intereses proselitistas y en forma coordinada diseñar una sostenida campaña de información ciudadana sobre el tema.
Si no se va por ese camino, no será raro que la basura termine derrotando a la ciudadanía.
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