En una entrevista concedida a Los Tiempos por el Gobernador de Cochabamba y publicada el pasado domingo, esta autoridad ha expresado que el proceso autonómico en el que el país está comprometido sólo podrá avanzar en la media en que los departamentos tengan capacidad de generar recursos y propuestas de desarrollo que les permitan ir abandonando la extrema dependencia que tienen del poder central.
Para avanzar hacia ese objetivo, la Gobernación cochabambina está trabajando en esta etapa de transición, como la ha denominado, en diferentes planos. Uno, el de la elaboración de los Estatutos, que darán el marco estructural y legal para el buen funcionamiento de la entidad en sus dos órganos constitutivos: la Gobernación como tal y la Asamblea Departamental. El otro, la elaboración de un Plan Territorial de Desarrollo Departamental con un horizonte de 15 años, poniendo énfasis en el desarrollo industrial de la región, sin desconocer la importancia del turismo y la prestación de servicios.
Las declaraciones de esta autoridad reconfirman que la vocación autonómica del país aparentemente es irreversible, pese a los esfuerzos de quienes sueñan con retornar al viejo sistema centralista y los obstáculos que permanentemente interponen a este proceso. Y es que no es difícil comprender –salvo por el predominio de intereses específicos sean de carácter burocrático o ideológico-- que el país ya no puede aguantar el viejo modelo. La ciudadanía exige cada vez mayores espacios para participar en su propio desarrollo y es preciso que desde el poder se impulse, antes que ataje, ese aporte sustancial para el desarrollo. Y, por lo que ha señalado el Gobernador, se puede concluir que así lo han comprendido nuestras autoridades.
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