El incidente más famoso que vincula a la ciudad de Riberalta con Venezuela ocurrió en el 2007, cuando cientos de pobladores no permitieron el aterrizaje de un avión militar venezolano, que llevaba una carga muy sospechosa. Algunos hablaban de armas, pero es imposible pensar en este tipo de exportación desde Bolivia ya que ese avión se dirigía a Caracas.
El avión tuvo que dirigirse a una localidad brasileña vecina para reabastecerse y continuar su vuelo sin escalas. Pasó aquello, pasó lo de Porvenir, la Amazonia boliviana cayó en manos del oficialismo y desde entonces los aviones van y vienen de Riberalta a Caracas sin problemas.
De hecho, muchos de los 700 vuelos que se registran mensualmente en esa capital beniana corresponden a esa ruta, la única conexión directa posible entre Bolivia y Venezuela y que permite un flujo comercial libre de incidentes. Los riberalteños parecen haber pasado del odio al amor por Chávez en todo este tiempo y eso justifica que le hayan dedicado un monumento de tres metros al desaparecido líder venezolano.
La versión indica que todo es por los favores recibidos, pero ocurre que Riberalta ni siquiera tiene un hospital decente y menos un aeropuerto con el mínimo de seguridad. Todo indica que los favorecidos son ciertos grupos que están gozando de ciertas exportaciones bolivianas a Venezuela.
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