La industrialización del Mutún ha vuelto a ser noticia después del anuncio de la aprobación de un crédito para ese fin, por parte de China Popular. En este contexto, todo hace prever que el Estado se hará cargo, de la manera más directa posible, de la producción industrializada de hierro, con otros objetivos, otros instrumentos institucionales y con menos fanfarria político partidista. Este proceder se ha visto como una obligada nueva forma ante el decepcionante proyecto con la empresa india Jindal. Sin duda, ambas partes han cometido errores y faltas al contrato, pero más la nacional, quizás por ello el arbitraje internacional ha favorecido a la Jindal en primera instancia.
Por lo visto, recién se ha tenido que asumir que la industrialización debe considerar, al menos en el corto y mediano plazo, la prioridad que merece la satisfacción de la demanda interna antes que la externa. Un sereno análisis del proceso ha puesto en evidencia que pasar por alto este criterio ha sido el inicio de una serie de problemas y confrontaciones técnico financieras entre la Empresa Siderúrgica del Mutún y la Jindal. En tal sentido, impresiona como alentadora la iniciativa de instalar en una primera fase, una miniacería en el Mutún, con apoyo de socios estratégicos confiables que hagan realidad, de una vez por todas, un anhelo regional que ya lleva décadas esperando.
Sin duda, la inicial producción de ciento cincuenta mil toneladas anuales de acero que se anuncia desde las esferas oficiales, requiere de la inyección financiera que China Popular ha accedido a otorgar. Con el crédito de cuatrocientos cinco millones de dólares para Bolivia, se pretende construir, instalar y poner en marcha el proyecto siderúrgico en el Mutún. Resulta sugerente también, que exista un plan para los recursos humanos. Al menos los profesionales que van a tener a su cargo el proyecto con China serán beneficiados con la correspondiente especialización en sus áreas respectivas. Esto significa que quizás la carencia de especialistas haya contribuido al fracaso anterior.
Esta nueva experiencia con China impresiona como alentadora, al menos desde el punto de vista de los logros, entre los cuales corresponde destacar el satélite boliviano de telecomunicaciones Túpac Katari. Conviene dar paso a la esperanza y augurar que el nuevo proyecto ponga en marcha la industria siderúrgica en el país. Si se considera que el Mutún y su explotación constituye una esperanza de fuentes de trabajo en la región, convendría que se inicie un proceso de formación y capacitación de recursos humanos nacionales no solo en obra de mano calificada, sino en todas las áreas, de modo que los pobladores se vean beneficiados con la fuente de ingresos que mejore su nivel de vida.
Se hace preciso insistir en que la explotación del Mutún deviene no solo en un preciado anhelo regional que ya es hora sea hecho realidad, sino en una incontestable responsabilidad del Estado para hacer acto de presencia en las fronteras, su resguardo y protección. Una simple reflexión sobre este aspecto muestra cuánta falta hace. La creación de un foco de desarrollo en el Mutún tiene que cambiar, por la fuerza de las circunstancias, un panorama que hasta ahora ha resultado desalentador para los propios habitantes del lugar y el país. Ante tantos deplorables antecedentes, se espera que el apoyo de China al Mutún haga posible la ansiada industrialización del hierro boliviano.
La creación de un foco de desarrollo en el Mutún tiene que cambiar, por la fuerza de las circunstancias, un panorama social y económico que hasta ha resultado desalentador para los propios habitantes del lugar y para el país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario