Se sostiene que si hubiera una guerra mundial en este siglo, sería
por el agua. El agua es vital, de donde se deduce la extraordinaria
importancia del agua dulce en Bolivia. Un informe muestra objetivamente
que el río Madera tiene una cuenca de drenaje que abarca el 60% del
territorio nacional, prácticamente todos los departamentos, exceptuando
Tarija. El caudal promedio anual es de 17.000 metros cúbicos por segundo
que representa el 96% del escurrimiento anual de la superficie en
Bolivia. Sin contar lo que viene a significar el caudal que va hacia la
cuenca del Plata, o sea lo que corresponde a los ríos Paraguay y
Pilcomayo al sur del país y sin contar un menor caudal, por supuesto, de
las aguas que se desplazan por el occidente hacia la cuenca del
Pacífico.
El informe de referencia plantea que el
potencial hidroeléctrico del río Mamoré-Madera, entre Guayaramerín y
Abuná está estimado en 43.000 GWh (Giga Watts hora) por año,
equivalentes a 21 (TCF) trillones de pies cúbicos de gas natural que
serían necesarios para producir la misma cantidad de energía en 50
años. En otras palabras, este potencial hidroenergético de esta parte
del territorio superan las reservas probadas de gas natural como
equivalente.
El mercado natural para el uso y aprovechamiento del
recurso hidroeléctrico es indudablemente el Sistema Interconectado del
Brasil que demandará los próximos 10 años algo más de 5.000 MW (mega
watts) por año y demandas de energías adicionales del orden de 30.000
GWh((Giga Watts hora) por año.
Este informe describe
el potencial hídrico e hidroeléctrico del río Madera, un detalle sobre
los mercados, la importancia de la navegabilidad y la comparación entre
la legislación brasileña y la legislación boliviana sobre el
aprovechamiento de recursos hídricos e hidroeléctricos y la navegación
fluvial.
La experiencia del proyecto binacional de
Itaipú entre Brasil y Paraguay nos da un parámetro de referencia
interesante para definir con claridad la defensa de los intereses de
Bolivia, en el desarrollo del aprovechamiento de las aguas dulces del
país.
En función de todo lo anterior, reconocemos
que somos un país de menor desarrollo relativo en Sudamérica, sin
embargo, precautelando primero la integridad de nuestro territorio y el
dominio de nuestros recursos naturales renovables, estamos en la
obligación de generar una atención prioritaria legislativa del Poder
Ejecutivo a la multiplicidad de temas afines al desarrollo y
aprovechamiento de este valioso potencial hídrico, en estricta sujeción
con el interés económico y estratégico de estos recursos, para
establecer el marco jurídico nacional, binacional e institucional que
respondan coherentemente a los altos intereses nacionales.
Este
tan importante asunto nos muestra la imperiosa necesidad de pergeñar
una política adecuada de energía hidroeléctrica para el país, dado el
potencial extraordinario para el uso de las aguas y su aprovechamiento,
tendiente a plantear a largo, mediato y próximo plazo la necesidad de
implementar proyectos energéticos, navegabilidad, control de
inundaciones evitando en lo posible impactos ambientales que vayan en
contra de la ecología y la sostenibilidad de nuestra naturaleza.
La
comparación de generar electricidad mediante combustibles a precios
actuales internacionales a todas luces muestra la necesidad de
implementar un política agresiva para la generación de esta energía.
Esto no fuera posible si consideramos que toda promoción y venta de
energía fundamentalmente requiere una decisión política.
El autor es ingeniero geólogo y administrador de empresas.
jgtorrezgo@gmail.com
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