El anuncio de la declaratoria de emergencia en la laguna Alalay ya no es novedad. Desde las últimas dos o tres gestiones de Gobierno Municipal de Cochabamba se verifica una irresponsabilidad con el ecosistema. No se priorizan verdaderas acciones prácticas de gestión ambiental. Las autoridades solo se dedican a difundir información de estudios requeridos o de intentos para transformar la zona en un lugar turístico, sin darse cuenta de que ahí habitan seres vivos que necesitan alimentarse, crecer, reproducirse y morir, al igual que los seres humanos.
Un ecosistema acuático urbano como la laguna contiene seres vivos que tienen funciones específicas en el medio acuoso. Este ecosistema necesita un monitoreo permanente, en especial de la calidad del agua y de las fluctuaciones poblacionales de las especies de flora y fauna acuática. Se debe prevenir los posibles impactos ambientales por disposición de residuos sólidos y líquidos en los alrededores. Se debe garantizar el ingreso permanente de agua fresca y de calidad aceptable para una renovación según el ciclo del agua (oxigenación). Finalmente, para estabilizar el ecosistema urge compatibilizar la capacidad de carga abandonando gradualmente las actividades antrópicas que se verifican en los alrededores.
Todo ello es importante para la laguna y ya basta de demagogia de las diferentes gestiones de Gobierno Municipal que no priorizan verdaderas acciones de gestión y que todo el tiempo están demandando estudios técnicos que lo único que hacen es decir qué se debe hacer. La urgencia es implementar acciones concretas y la Alcaldía tiene el rol fundamental de gestión. La Secretaría de la Madre Tierra de la Gobernación de Cochabamba debería ocuparse de proponer fuentes de financiamiento para la implementación de proyectos concretos y el Ministerio de Medioambiente de propiciar el reconocimiento del rol ambiental de la laguna y declararla como un ejemplo de gestión ambiental urbana.
Señor Alcalde y señor Gobernador: cumplan sus funciones según sus competencias específicas o de lo contrario den paso a gente especialista que sabe cómo implementar esas acciones técnicas. Liberen los cargos técnicos a quienes pueden llevar con éxito las funciones, y no se constituyan en obstáculos para mejorar la calidad ambiental de la ciudad. No por nada existe un dicho popular: “Al César, lo que es del César”.
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