Nada puede justificar la destrucción de la democracia y de la institucionalidad
El Congreso es el puntal de la democracia, representa el voto de los ciudadanos, es en realidad la forma de vida democrática elegida desde hace 25 años, luego de prolongadas y dolorosas jornadas, que rescataron la vida democrática nacional, superando las dictaduras militares.
La democracia es un sistema integral que comprende valores y determinaciones en el orden político, social, económico y cultural. Uno de los objetivos centrales de este proceso se entiende como la búsqueda del desarrollo y la realización del ser humano, lo que tiene que ver con su libertad y la toma de decisiones dentro de un conjunto de principios éticos y constitucionales.Sostener la democracia tiene que ver con una forma eficiente de la organización del Estado, la sociedad, del respeto de los derechos humanos y de los valores intrínsecos de la misma democracia, es decir, entenderla como un proyecto histórico en plena libertad y justicia.Esto quiere decir que cualquier obstáculo o intencionalidad respecto al poder político o económico no puede sobrepasar al concepto mismo del proceso democrático y su ejercicio.La falta de soluciones o entendimiento respecto a determinadas posiciones, por muy irreconciliables que sean, no deben afectar al sistema democrático, con supuestas salidas políticas que se transformen en situaciones antidemocráticas.Si no hay, por ejemplo, acuerdos para aprobar una Ley de Régimen Electoral de Transición, las soluciones no se deben dar por la vía del desastre democrático, con cercos y presiones al Congreso Nacional. Mucho peor aún con amenazas de cerrar el Congreso de parte de los oficialistas que, paradójicamente, deciden medidas antidemocráticas, convirtiéndose en los mayores conspiradores contra la democracia y el Gobierno erigido mediante la vía democrática.El Congreso es el puntal de la democracia, porque además de ser el principal órgano del Estado, representa el voto de los ciudadanos y la forma de vida democrática que han elegido desde hace 25 años, luego de prolongadas y dolorosas jornadas que rescataron la vida democrática, superando las dictaduras militares y una etapa en la vida nacional, que no puede retornar, ni con gobiernos de facto ni con autoritarismo. La democracia se derrumba si el andamiaje parlamentario no funciona o lo clausuran.Quienes propician o piensan en cerrar el Congreso, demuestran en los hechos que no poseen o nunca creyeron en un sistema de valores en los que se asienta el desarrollo político democrático, y que nada puede justificar la destrucción de la democracia y mucho menos el discurso de las mentadas transformaciones sociales y económicas.Los políticos, sean del oficialismo o de la oposición, no tienen ningún derecho de atentar contra la democracia o de ponerla en riesgo, porque cuando fueron elegidos, el voto ciudadano les otorgó la misión de respetar la institucionalidad democrática. Y ello implica regirse a las normas constitucionales en vigencia, más allá de factores externos que a título de movimientos sociales perturben el funcionamiento de los órganos del Estado y mucho menos del principal de ellos en democracia como es el Legislativo.Bolivia nuevamente se encuentra en una hora crucial y su democracia está al borde de una desfiguración que podría ser irreparable.
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