En los 184 años de existencia del país se han realizado solamente diez censos nacionales de población, lo que quizá sirva para explicar el atraso en que se encuentra Bolivia incluso respecto de los países vecinos.
Las razones para que los gobiernos se resistan a organizar censos son variadas, pero sobre todo responden a intereses políticos y criterios de predominio de ciertas regiones.
Del mismo modo, hay criterios políticos referidos a predominios raciales, como los que se manejaron en 2001 y ahora se pretende reeditar, al excluir la casilla ‘mestizo’ en la definición de las personas.
Negar a los bolivianos esta forma de identificación ha provocado críticas de expertos, analistas y columnistas, críticas que no tienen posibilidad de ser escuchadas en vista de que hay un proyecto político que se propone negar a los mestizos.
En este caso no se trata de un propósito científico, sino de un proyecto que está basado en la necesidad de manipular los resultados electorales, dando a los pueblos originarios mayor representatividad, como ocurre en Venezuela.
Es probable que este proyecto específico esté desactualizado frente a la muy dinámica política boliviana, que ha puesto a los pueblos originarios en una actitud crítica frente al Gobierno, pero la idea es llevarlo adelante.
A pesar de todos estos detalles, los censos son importantes, sobre todo si se los va a realizar pensando en tomar una instantánea del país para saber cómo se van a decidir las cosas hacia el futuro.
Si los bolivianos han decidido emigrar hacia regiones que antes eran despobladas, como es notorio, habrá que tener las cifras de ese éxodo para que puedan planificarse las cosas pensando en beneficiar a la mayor parte de los ciudadanos del país.
Si los ciudadanos están ahora concentrados en otras regiones no hay que culpar a esas regiones, sino tomar el dato para planificar las decisiones que permitan dar a los bolivianos las ventajas que necesitan para vivir bien.
Es probable que esos datos obliguen también a reasignar las representaciones parlamentarias según la densidad demográfica que se detecte en el censo. Eso es imprescindible, en vista de que los parlamentarios representan a los bolivianos, según el lugar donde están concentrados y no donde estuvieron concentrados.
Sería ridículo que un parlamento refleje una situación demográfica atrasada, porque dispondría la construcción de obras sociales donde la gente ya no está viviendo, dejando sin esas obras a las regiones donde la gente ha decidido vivir.
Quienes hacen la nacionalidad son los ciudadanos y los censos permiten saber dónde viven los ciudadanos. Lo demás es pura especulación.
Los anticipos que se han conocido sobre la preparación del censo de este año quizá sean apresurados. Contienen demasiados errores que no deberían mantenerse, para bien del país.
Los criterios mezquinos no tendrían que ser tomados en cuenta en este censo. Se necesita saber dónde viven los bolivianos, cómo viven los bolivianos, a fin de que las autoridades tomen las decisiones correspondientes.
El país necesita un censo, pero no uno que sea distorsionado, sino uno que refleje la realidad que se da en Bolivia en este momento.
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