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domingo, 2 de marzo de 2014

Carlos Miranda con la sapiencia característica de sus enfoques se ocupa en este texto II, de Geopolítica y Gas Natural, descubriendo ante nuestros ojos las perspectivas de un mercado conflictivo y algo oscuro, sin que Bolivia esté aprovechando "de esta boya" (producción abundante) para resolver sus problemas básicos

Latinoamérica consume más o menos 200 MM de metros cúbicos al día de gas natural, que al igual que otras regiones está afectada por posiciones políticas y ambiciones geopolíticas.
Así tenemos México que opera termoeléctricas a gas para abastecer el “cinturón de maquila” en el norte de su país. Eso lo realizaba importando gas de USA. Ese país buscando su autosuficiencia, ya no exporta gas.  Esta situación obliga a México a importar LNG pagando altos precios.
Más al sur, en el área de Colombia-Venezuela, por la gran producción de petróleo, se tiene importantes producciones de gas pero un uso muy reducido. Colombia abastece su mercado y exporta más o menos 200 MM de pies cúbicos por día a Venezuela por un gasoducto construido por el mismo país para que en un futuro no determinado, se revierta el flujo.
Entre las dos regiones está el istmo centroamericano que ha sido objeto de varios estudios para construir un gasoducto de integración desde Colombia-Venezuela hasta México, pero parecería que los países no favorecen la idea de perder el suministro de gas por un país remoto al istmo.
En el Cono Sur del continente (Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia y ahora Perú) existe toda la industria gasífera en todas sus fases. Exploración, producción, transporte y comercialización, fuertemente influenciadas por el planeamiento político de los países del área.

Argentina ha sido la pionera en el uso del gas. Al presente más del 50% del total de gas que consume está atravesando un déficit de producción muy serio. YPF, asociada con Chevron está buscando el autoabastecimiento explorando gas y petróleo de lutitas. Actividad que tomará varios años. El convertir en reservas el gas y petróleo de formaciones de esquistos, es todavía una disciplina nueva. Convertir esos recursos en reservas está en su infancia. Mientras tanto Argentina será un importador creciente de gas de Bolivia y de ultramar como LNG.
Brasil es el mayor importador de gas de Bolivia, por contrato hasta el 2019.  Basado en los ingresos de la explotación de los campos de PreSal, el gas a ser producido en esos campos de gas en tierra firme, Brasil tiene planeado para el 2020  convertirse en una potencia energética del continente. Los trabajos del PreSal están retrasados y la licitación de áreas con posibles campos de gas en tierra firme no ha sido muy exitosa. Por tanto Brasil comenzará en breve a negociar un nuevo contrato de compra de gas con Bolivia.
Chile importó por pocos años gas argentino, llegando a ser un importador muy importante en Latinoamérica.
Agotada esa provisión,  Argentina y Perú impulsaron el Anillo Energético para transportar gas de Camisea.  Intento que fue abortado por una petición peruana. Chile nunca solicitó oficialmente gas boliviano. Ahora es importador de LNG.
Perú propuso a Bolivia, no oficialmente, cubrir el costo adicional del gasoducto para licuificar gas boliviano y de Camisea en sus costas.
El proyecto boliviano naufragó. Perú está licuificando su gas y comercializándolo en diferentes mercados.
El desarrollo gasífero en el Cono Sur los últimos 30 años, muestra a Bolivia como el centro gasífero por sus reservas y ubicación geográfica. Llamado “Gas Hub” acertadamente. Esa posición privilegiada ha sido  geopolíticamente utilizada.
Guardando distancias y dimensiones, nos faltó un dirigente visionario y obsesionado como Putin.  Así ya tendríamos acceso soberano al Pacífico, como el ruso logró el protagonismo mundial para su país a través del gas natural.
Parecería que nuestro espíritu minero está influyendo en buscar solamente buenos precios para el gas exportado con ingresos a corto plazo. Eso se ha logrado. En léxico minero, el país está “boyando”. No obstante el tiempo transcurrido la posición boliviana seguirá siendo muy importante siempre y cuando podamos reponer y aumentar las reservas consumidas y volver a los niveles que con tanto entusiasmo los hemos disminuido haciendo un problema energético regional, un juego de politiquería interna de disminuir los logros de gobiernos anteriores.

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