Bienvenidos a Cochabamba, todos los representantes temporales de los países americanos reunidos en importante asamblea convocada a organizar la futura Nación Humana de Estados Americanos, prolegómeno de la futura gran Nación Humana Universal.
Esta ocasión será propicia para tratar los temas superiores como la Seguridad Alimentaria y otros grandes temas de significación: la paz y la concordia a coexistir entre todas las naciones, el desarme de toda violencia fratricida, la eliminación de la drogadicción y el narcotráfico degradante de la condición humana, la solución pacífica de todas las controversias, el cumplimiento de los Tratados Internacionales respetuosos y la revisión de los lesivos como el de 1904 entre Bolivia y Chile, el cuestionamiento de todas las injusticias históricas como la guerra no declarada de Chile invadiendo el Litoral boliviano y clausurando su derecho marítimo, el término de la ignominia colonizadora de Inglaterra sobre las Malvinas argentinas, el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de persona de todos los ciudadanos cualquiera sea su condición biológica, cultural y étnica, la conservación y protección del medio ambiente y los recursos naturales contenidos en los países emergentes que son codicia de las grandes transnacionales del pervertido sistema, el retiro de las bases militares del imperio y sobre todo, de los obstáculos a la democracia mellada a partir de los gobiernos totalitarios.
Lo que deben conocer los actuales asistentes a la Magna Asamblea es que la conciencia profunda de nuestros pueblos despierta al requerimiento de la libertad, de la felicidad y del bien común. Atrás quedaron los tiempos de la explotación, la esclavitud, la violencia económica, social, cultural y política.
En Bolivia aún persisten los síntomas agónicos de la insanía: transgénicos alimentarios venenosos, biocombustibles para los vehículos, negocios infames de autos-chatarra, explotación inmisericorde de seres humanos, comercio de órganos y tráficos de niños, mujeres y tejidos vitales, aumento en la siembra de coca permitida favoreciendo el narcotráfico, la delincuencia y la violencia ciudadana; el desconocimiento de la actividad científica en salud y educación tendiendo al cambio de sistemas anacrónicos en el acto médico, en el diagnóstico y en la aplicación de la justicia mediante hojas de coca, racismo clásico atenuado pero excitado a partir de sindicatos de colonizadores, sectarismo secante implantado en el oficialismo parlamentario aprobando leyes inconstitucionales, intervención político partidaria en todas las instituciones reemplazando concursos y merecimientos, irrespeto a la CPE sobre todo a la protección de parques y derechos indígenas. Finalmente corrupción institucionalizada progresiva, ausencia de autonomía en los poderes del Estado.
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