La solución es una planta de
incineración
Mauricio Aira
Con aplomo
Los Tiempos ha vuelto a recordar que la basura continúa siendo el problema
número uno de la ciudad de Cochabamba. Ha recordado que hace por lo menos 15
años que continúa el pugilato entre autoridades municipales y los vecinos de K’ara
K’ara que han convertido en una rutina sus planteamientos para cerrar el
depositario de los desechos sólidos y siempre terminan cediendo a la
incapacidad del municipio que termina pidiendo un nuevo plazo para satisfacer
al vecindario.
Técnicos de
organismos internacionales y estudiosos de la San Simón, están de acuerdo en un
planteamiento coincidente de construir una planta de incineración de ciertas características
que justifiquen su costo y la urgencia de acometer la empresa, que sin embargo
del ofrecimiento de países interesados en vender su producto y transferir la tecnología
para su funcionamiento, no ha sido asumida por la Municipalidad, ni siquiera
por la Mancomunidad Kanata que tiene el potencial necesario para asumir su
financiamiento.
Necesarias son
unas frases para explicar la contundencia de esta solución. Preguntado acerca
del asunto que me interesaría estudiar respondí de inmediato. Soluciones al
tema de la Basura en Cochabamba, para lo que recibí el soporte indispensable
para el estudio teórico primero y luego sendas visitas a varios países
incluyendo México, Dinamarca, Suecia y Bolivia para analizar “in situ” las maneras de resolución del problema común. La
administración de los desechos sólidos domiciliares. El resultado fue presentar
un boceto del estudio de las Alcaldías de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz en
1995 cuando ninguna de ellas reunía la primera condición, producir basura
arriba de las 600 toneladas/dia que justificase la adquisición de una planta de
tamaño mediano que rayaba en los 25 millones de dólares. La Paz sin El Alto
tenía la mayor producción, aunque uno de los munícipes me ofreció argumento
brutal ¿una planta? Para qué, ¡si
tenemos al Choqueyapu que es ¡nuestro mejor barrendero!
Hoy en día
las condiciones han cambiado para bien porque existe potencialmente la
capacidad económica de hacer frente al gasto, por la mayor producción de
desechos, para mal, porque dia que pasa, como lo advierte Los Tiempos por
enésima vez, las consecuencias para el medio ambiente son desastrosas, próximas
a ser dramáticas por su incidencia en la salud pública y la preservación del
capital humano primera obligación de todo municipio.
Kanata tiene el potencial
en sus manos para asumir una solución global que contemple el recojo de los
desechos, su primera selección por los vecinos, el transporte, la deposición y
finalmente el vaciado en los calderos de incineración que darán por resultado,
la producción de energía en forma de fluido eléctrico y de piedrecillas que en
otras partes se utilizan como ripiado en la construcción de carreteras. Si bien
de alto precio inicial que se habrá elevado hasta los 50 o más millones de
dólares, el costo de mantenimiento es ostensiblemente bajo. Una planta
automatizada que funcione 24 horas durante 365 días, requiere de unos pocos
técnicos para su operación, aunque en la tarea previa de recojo y transporte,
tomando en cuenta el elevado volumen superior a un mil toneladas diarias, se
incrementa la necesidad de personal.
La
capacidad de pago de Kanata permitiría su financiamiento precedida por una
convocatoria internacional primero a una Consultoría especializada, de amplia
experiencia y mejor solvencia de modo que se eviten fiascos como el de Mutún o
Misicuni y si se quiere Karachipampa, eso sí, no existe una empresa que pudiese
pactar la entrega de la Planta “llave en mano” como ha ocurrido con el
teleférico de La Paz, puesto que la empresa austriaca que asumió la operación
del sistema durante el tiempo que tomará el retorno del capital invertido.
La pregunta
obligada. ¿A qué espera Kanata asumir la
planificación del negocio más importante de la mancomunidad? Se dirá que el tiempo propicio será después de
la elección municipal prevista para marzo, de acuerdo, aún cuando la etapa de
planificación y preparación podría arrancar en lo que resta del año salvo que “los
duendes de la ciudad” estén moviéndose en las sombras para posponer una vez más
una solución acorde al tamaño del problema.
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