Tal como van las cosas, nadie deberá sorprenderse si Cochabamba pasa a encabezar la lista de las ciudades más polucionadas del mundo
Una vez más, y ya son tantas que resulta tarea imposible llevar la cuenta, los dirigentes de los vecinos de la zona de K’ara K’ara, donde está ubicado el botadero donde se depositan todos los días las 400 toneladas de basura que a diario se producen en Cochabamba, sentados en la mesa de negociaciones con las autoridades municipales han logrado un acuerdo para “solucionar” el conflicto que durante los últimos días tuvo a nuestra ciudad hundida en montañas de basura. Como si de un gran logro se tratara, las partes suscriptoras del convenio han anunciado el “feliz acuerdo” y han fijado un nuevo plazo para cerrar ese botadero.
Así, se ha repetido exactamente la misma secuencia de hechos que desde hace más de 15 años mantiene a Cochabamba condenada a sufrir la carencia de un sistema moderno de recojo y procesamiento de basura.
El asunto, por lo inusitado que es, sólo es comparable con el caso del Proyecto Múltiple Misicuni que tiene muy similares características. Así, la falta de un sistema moderno de tratamiento de basura se suma a la carencia de agua potable y a la inexistencia de una red de alcantarillado acorde con los requerimientos metropolitanos para hacer de Cochabamba una de las ciudades más contaminadas del planeta, como lo indica un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según el referido informe de la OMS, la falta de una planta de tratamiento de basura es, después de los automóviles y las fábricas de ladrillos, la tercera mayor fuente de las partículas contaminantes. La suma de esos tres factores hace que Cochabamba tenga un promedio de 41 microgramos de partículas nocivas por metro cúbico de aire, cuatro veces más del nivel admisible que es de 10 microgramos.
Como en el caso de Misicuni y la falta de redes de distribución de agua y alcantarillado, lo que más sorprendente en el caso de la basura es la facilidad con que las autoridades postergan año tras año la toma de decisiones imprescindibles. Y como si ese incumplimiento de deberes no fuera suficiente, agravan la cuota de responsabilidad que les corresponde por la manera sistemática con que ocultan la información relativa a las decisiones erróneas que toman.
Así, siguen siendo todo un misterio las razones por las que una y otra vez se desecharon propuestas provenientes de empresas y países amigos para hacer en condiciones muy ventajosas para nuestra ciudad las grandes inversiones necesarias para dar solución definitiva al problema. Más recientemente, y sin que haya habido las explicaciones correspondientes, se ha rechazado una propuesta presentada por científicos y estudiantes de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) para tratar el 60 por ciento de la basura que se genera en Cochabamba.
Asimismo, llama la atención la indiferencia ciudadana que no reacciona para exigir –sin huelgas ni paros, pero sí con participación— que tan importante asunto se trate con visión moderna y de futuro.
Con todos esos antecedentes, sólo cabe esperar que de un modo u otro se ponga fin a tan inadmisible situación. De otro modo, nadie deberá sorprenderse si en el próximo informe anual de la OMS Cochabamba pasa a encabezar la lista de las ciudades más polucionadas del mundo.
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