Según las declaraciones de Roger Noriega, exrepresentante de los Estados Unidos de Norteamérica ante la Organización de Estados Americanos (OEA), la salud del presidente venezolano, Hugo Chávez, es más seria de lo que éste deja entrever. De lo que la campaña mediática de su Gobierno comunica al pueblo. Los ciclos de quimioterapia a los que ha sido sometido no habrían logrado los resultados esperados. Aparentemente, el cáncer que lo agobia avanza en desmedro de su salud.
¿Se podrá decir que ha llegado la hora de considerar una transición de poder en este país?
¿El mandato presidencial, que parecía indefinido, perpetuo —con o sin fraude electoral—, habrá llegado a su fin? Todo tiene un principio y un final. El día y la noche y hasta nuestra propia existencia. Cuánto no, en consecuencia, un cargo público. Es algo que se tiene que tener presente. Siempre. La historia cuenta cómo un emperador romano, un César aparentemente invencible, tenía a sus espaldas un esclavo, quien además de sostener una corona de oro, tenía la obligación de susurrarle al oído la más sabia de las advertencias, de que toda gloria es pasajera. Mensaje que le transmitía de manera muy baja, sólo para él, mientras una nación aclamaba con gritos y aplausos sus victorias de guerra.
Ante la muerte no caben la soberbia, las poses o los discursos. A veces ni la ciencia de la medicina ni los más costosos remedios. Al final, la virilidad del hombre se esfuma frente a un hecho tan cierto y contundente como es la mortalidad. A todos nos ha sido concedido un tiempo, un momento, 15 minutos para vivir en este mundo. De igual manera, a todos se nos ha dado un día y hora para partir. Es así de sencillo. En la práctica, tenemos los segundos contados y puede que los segundos de Hugo Chávez sean menores que los de otros. Puede que la patología cancerígena que ha atacado su cuerpo se lo lleve pronto, antes incluso de lo que él tenía previsto. Antes de lograr su conquista bolivariana.
Un importante porcentaje del pueblo venezolano sentirá su ausencia. Habrá llantos y sollozos ante su partida, solemnes homenajes públicos y un ostentoso y poblado entierro. Por ahora, los más consternados, a decir de Roger Noriega, son los generales vinculados al narcotráfico, cuyos cargos y permanencia en el Gobierno se encuentran supeditados a la mera existencia del actual Presidente. Si éste falleciese, sus días también se encuentran en cuenta regresiva.
La prosperidad de sus cuentas bancarias se vería afectada. Para otros, será un día más. Un día que se olvida como cualquier otro. Sin embargo, lo que parece ser cierto es que se debe empezar a considerar un mundo sin Hugo Chávez.
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