El Gobierno de los Estados Unidos ha encontrado un nuevo vocero, más oficioso que oficial, que se está encargando de promocionar y precautelar la imagen del Presidente de la nación más poderosa del plantea. Se trata, nada y nada menos, que de Evo Morales, irónicamente primer mandatario de uno de los países más pobres del mundo.
El inesperado y sorpresivo portavoz de la Casa Blanca aclaró tajantemente que “el presidente Barack Obama no está comprometido en el golpe de Estado de Honduras”, y lo hizo, como para que todo el mundo se entere, desde una alta tribuna: la cumbre del MERCOSUR, celebrada en Asunción del Paraguay.
Evo Morales también desnudó la ingenuidad del joven mandatario norteamericano y, seguramente en base a informes de la Inteligencia boliviana, dijo que es urgente hacerle conocer (a Obama) que “los militares del Comando Sur” son los que “están detrás del golpe”. Se desconoce si el mensaje ya fue transmitido, pero es de suponer que la revelación ha causado revuelo mayúsculo en el Pentágono.
El Presidente boliviano aprovechó la oportunidad para reiterar que es la estructura militar estadounidense la que atenta contra los gobiernos “populares” de la región. La CIA, la DEA, los embajadores, el Departamento de Estado, el Cuerpo de Paz, los Simpsons o, por último, los Globetrotters, pasaron a un segundo plano; de acuerdo al nuevo discurso, iniciado por Chávez hace unas semanas y seguido por sus acólitos del ALBA, el Comando Sur del Ejército de EE.UU. es ahora el desestabilizador.
Es muy posible, sin embargo, que a fines del presente mes, es decir en unos días más, salga desde Caracas una nueva instructiva. Para esas fechas se anticipa un informe del Congreso de los Estados Unidos, severamente crítico de la situación del tráfico de drogas en Venezuela; es fácil suponer hacia dónde se dirigirá la artillería discursiva de los líderes “albistas”.
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