El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, estuvo nuevamente de visita en Bolivia para firmar acuerdos con las autoridades nacionales, en medio de una gira por Sudamérica.
Entre los acuerdos suscritos por los dos países se incluyó esta vez la venta de 800 toneladas de estaño boliviano, que saldrán de la fundición de Vinto, ubicada en las proximidades de la ciudad de Oruro.
También se ha mencionado una larga lista de proyectos de complementación económica entre los dos países, cuyas economías están caracterizadas por el predominio de las exportaciones de materias primas.
En efecto, mientras Venezuela tiene exportaciones totales con 97% de participación del petróleo, Bolivia tiene una dependencia de las materias primas de 87% en el total de sus exportaciones.
Otra característica de las dos economías es que dependen cada vez más de las importaciones de alimentos, en vista de la crisis en que viven los sectores productivos internos debido a políticas equivocadas.
Por último, los dos países tienen líderes que critican de manera severa a los Estados Unidos, como lo hicieron esta vez también, aunque sus exportaciones de materias primas tienen a ese país como destino principal.
Parlamentarios de la oposición insistieron esta vez en Bolivia en pedir a Chávez que, en vista de su proclamado deseo de ayudar a nuestro país, condone la deuda bilateral.
Se trata de un tema difícil, pues la deuda de Bolivia con Venezuela subió en los últimos cinco años de 33 millones de dólares a más de 300 millones. Los parlamentarios que aludieron al tema dijeron que la tasa de interés que rige para los préstamos de Venezuela a Bolivia es de 4%, la más alta de toda la deuda bilateral.
Por lo tanto, para ayudar a Bolivia, hubiera sido correcto que el presidente Chávez accediera a ese pedido, que ayudaría a reducir la pesada carga de la deuda pública boliviana interna y externa, que ahora está por encima de los 6.000 millones de dólares.
Pero el mandatario venezolano ni siquiera respondió a los pedidos, dando a entender que su país tiene amigos pero sobre todo intereses.
Hubiera sido oportuno aprovechar esta visita de Chávez para aclarar algunas cuentas pendientes que preocupan a los expertos nacionales.
En efecto, aparte de la deuda bilateral superior a los 300 millones de dólares, hay unas cuentas poco claras entre los dos países.
Se trata de los recursos que usa el presidente Morales en su campaña “Evo cumple”, de los que nadie lleva la cuenta, porque no ingresan a las arcas nacionales bolivianas.
Es el único caso en Bolivia, y probablemente en el mundo entero, de que el Presidente use recursos económicos provenientes del exterior sin registrarlos en las cuentas nacionales.
Lo que deja abierta la duda del origen de esos recursos. Se sabe al respecto que son manejados mediante unos cheques de la cuenta de la embajada de Venezuela en La Paz.
La Contraloría tendría que cumplir su rol en este caso e inquirir acerca del origen de esos recursos, además de exigir que entren en las cuentas del Estado. Por su parte, el propio presidente Morales debería cuidar ese detalle, porque el día en que deje el cargo tendrá que responder de todas las deudas que dejó.
Como en las relaciones personales, en las que se dan entre dos países lo mejor son las cuentas claras.
Entre los acuerdos suscritos por los dos países se incluyó esta vez la venta de 800 toneladas de estaño boliviano, que saldrán de la fundición de Vinto, ubicada en las proximidades de la ciudad de Oruro.
También se ha mencionado una larga lista de proyectos de complementación económica entre los dos países, cuyas economías están caracterizadas por el predominio de las exportaciones de materias primas.
En efecto, mientras Venezuela tiene exportaciones totales con 97% de participación del petróleo, Bolivia tiene una dependencia de las materias primas de 87% en el total de sus exportaciones.
Otra característica de las dos economías es que dependen cada vez más de las importaciones de alimentos, en vista de la crisis en que viven los sectores productivos internos debido a políticas equivocadas.
Por último, los dos países tienen líderes que critican de manera severa a los Estados Unidos, como lo hicieron esta vez también, aunque sus exportaciones de materias primas tienen a ese país como destino principal.
Parlamentarios de la oposición insistieron esta vez en Bolivia en pedir a Chávez que, en vista de su proclamado deseo de ayudar a nuestro país, condone la deuda bilateral.
Se trata de un tema difícil, pues la deuda de Bolivia con Venezuela subió en los últimos cinco años de 33 millones de dólares a más de 300 millones. Los parlamentarios que aludieron al tema dijeron que la tasa de interés que rige para los préstamos de Venezuela a Bolivia es de 4%, la más alta de toda la deuda bilateral.
Por lo tanto, para ayudar a Bolivia, hubiera sido correcto que el presidente Chávez accediera a ese pedido, que ayudaría a reducir la pesada carga de la deuda pública boliviana interna y externa, que ahora está por encima de los 6.000 millones de dólares.
Pero el mandatario venezolano ni siquiera respondió a los pedidos, dando a entender que su país tiene amigos pero sobre todo intereses.
Hubiera sido oportuno aprovechar esta visita de Chávez para aclarar algunas cuentas pendientes que preocupan a los expertos nacionales.
En efecto, aparte de la deuda bilateral superior a los 300 millones de dólares, hay unas cuentas poco claras entre los dos países.
Se trata de los recursos que usa el presidente Morales en su campaña “Evo cumple”, de los que nadie lleva la cuenta, porque no ingresan a las arcas nacionales bolivianas.
Es el único caso en Bolivia, y probablemente en el mundo entero, de que el Presidente use recursos económicos provenientes del exterior sin registrarlos en las cuentas nacionales.
Lo que deja abierta la duda del origen de esos recursos. Se sabe al respecto que son manejados mediante unos cheques de la cuenta de la embajada de Venezuela en La Paz.
La Contraloría tendría que cumplir su rol en este caso e inquirir acerca del origen de esos recursos, además de exigir que entren en las cuentas del Estado. Por su parte, el propio presidente Morales debería cuidar ese detalle, porque el día en que deje el cargo tendrá que responder de todas las deudas que dejó.
Como en las relaciones personales, en las que se dan entre dos países lo mejor son las cuentas claras.
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