Después de que Brasil le enviara un mensaje contundente el Gobierno boliviano sobre la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, las autoridades plurinacionales han comenzado a divagar. Los brasileños han dicho que no van a soltar la plata mientras no se solucionen los conflictos con los indígenas que se oponen a la destrucción del Parque Isiboro Sécure para construir una autopista que ha sido bautizada como la “Rodovía de la droga”. El vicepresidente García Linera ha dicho, sorpresivamente, que no existe un diseño final de la carretera y que se harán las consultas necesarias a los originarios antes de continuar.
Dice que si hubiera comunidades que se oponen, van a dirigir el camino hacia otro lado y que podrían hacer curvas y contracurvas hasta dejar tranquilos a todos. “Por algún lado tiene que pasar, por un lado, por el otro, por el centro, pero la carretera va a pasar”, precisó. A este paso tendremos el camino más “culebrero” del país y por supuesto, el más caro de todos. Pero eso no importa, el asunto es regalarle a los cocaleros su propio corredor de exportación y el instrumento más eficaz para la ampliación de la frontera de sus cultivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario