La ministra de Desarrollo Productivo, María Teresa Morales, está súper contenta con lo que ella misma podría describir como un santuario a su eficiencia, o mejor dicho, un monumento a la gran victoria del intervencionismo estatal en la economía nacional. Recientemente visitó los depósitos de los diferentes ingenios del norte de Santa Cruz y pudo comprobar que están abarrotados de azúcar.
Montañas de siete metros de altura por cien metros de largo de “puras bolsas de azúcar”, reflejaba la funcionaria, quien recibió un reporte de alrededor de 2,4 millones de quintales estocados, listos para comercializarse a seis bolivianos el kilo, precio fijado por el Estado Plurinacional.
Mientras que a los productores azucareros se les mantiene la prohibición de exportar y en los mercados de cualquier ciudad del país sigue siendo una gran conquista toparse con el famoso “precio justo”, los camiones que llevan el azúcar de contrabando al Perú, circulan con absoluta normalidad y en la feria de Desaguadero, donde el precio no es nada dulce, los quintales se venden libremente y no “casados” con arroz o fideo, como sucede en los puestos de venta de La Paz o Cochabamba. Y las exportaciones no son todas ilegales.
Recientemente, el Gobierno les autorizó a algunos productores de Bermejo ligados al MAS, la venta de 600 mil toneladas de caña de azúcar al ingenio El Tabacal, ubicado en territorio argentino. Esta no es la única señal sobre la forma estrafalaria con la que el Estado Plurinacional maneja la economía del país. El ministro de Energía e Hidrocarburos, José Luis Gutiérrez, sigue empeñado en negar el racionamiento de electricidad en el país, aunque no descarta más apagones, problemas que atribuye a las constantes fallas de las máquinas generadoras. Afirma que se van a poner en marcha varias plantas termoeléctricas que podrían incrementar en un diez por ciento el consumo de gas natural, combustible que está resultando escaso últimamente, por lo que se tendría que pensar en racionárselo a otros sectores. El primero en la lista es, por supuesto, el proyecto siderúrgico del Mutún, que tal vez tenga que esperar otros tres años hasta que haya gas suficiente.
Pero al paso que marchan las inversiones no hay muchas esperanzas, no después del anuncio de la empresa mexicana Chihuahua, uno de los principales accionistas de Soboce, de abandonar el país molesta por el incumplimiento de acuerdos con el Gobierno de Evo Morales, que le expropió sus acciones en la fábrica de cemento Fancesa. La noticia no parece haber causado mella en los administradores de la economía nacional. Uno de ellos dijo que así como se van algunas empresas, vienen otras. El problema es que hasta ahora los capitales solo han estado sacando pasajes de ida de Bolivia y no hay miras de su retorno.
Las exportaciones de productos no tradicionales han caído en un 40 por ciento y aquello no solo representa una caída de los ingresos, sino también, el aumento de la debilidad de la economía nacional, cuyas ventas dependen casi en un 90 por ciento de los productos primarios como los minerales y los hidrocarburos. También se han derrumbado en un 90 por ciento las exportaciones de textiles, lo que provoca un fuerte golpe al empleo. La única salida para este sector sería la recuperación de las preferencias arancelarias que otorga Estados Unido a cambio de la cooperación de los países andinos en la lucha contra el narcotráfico. La respuesta del Gobierno boliviano ha sido un contundente: “no, gracias”.
Montañas de siete metros de altura por cien metros de largo de “puras bolsas de azúcar”, reflejaba la funcionaria, quien recibió un reporte de alrededor de 2,4 millones de quintales estocados, listos para comercializarse a seis bolivianos el kilo, precio fijado por el Estado Plurinacional.
Mientras que a los productores azucareros se les mantiene la prohibición de exportar y en los mercados de cualquier ciudad del país sigue siendo una gran conquista toparse con el famoso “precio justo”, los camiones que llevan el azúcar de contrabando al Perú, circulan con absoluta normalidad y en la feria de Desaguadero, donde el precio no es nada dulce, los quintales se venden libremente y no “casados” con arroz o fideo, como sucede en los puestos de venta de La Paz o Cochabamba. Y las exportaciones no son todas ilegales.
Recientemente, el Gobierno les autorizó a algunos productores de Bermejo ligados al MAS, la venta de 600 mil toneladas de caña de azúcar al ingenio El Tabacal, ubicado en territorio argentino. Esta no es la única señal sobre la forma estrafalaria con la que el Estado Plurinacional maneja la economía del país. El ministro de Energía e Hidrocarburos, José Luis Gutiérrez, sigue empeñado en negar el racionamiento de electricidad en el país, aunque no descarta más apagones, problemas que atribuye a las constantes fallas de las máquinas generadoras. Afirma que se van a poner en marcha varias plantas termoeléctricas que podrían incrementar en un diez por ciento el consumo de gas natural, combustible que está resultando escaso últimamente, por lo que se tendría que pensar en racionárselo a otros sectores. El primero en la lista es, por supuesto, el proyecto siderúrgico del Mutún, que tal vez tenga que esperar otros tres años hasta que haya gas suficiente.
Pero al paso que marchan las inversiones no hay muchas esperanzas, no después del anuncio de la empresa mexicana Chihuahua, uno de los principales accionistas de Soboce, de abandonar el país molesta por el incumplimiento de acuerdos con el Gobierno de Evo Morales, que le expropió sus acciones en la fábrica de cemento Fancesa. La noticia no parece haber causado mella en los administradores de la economía nacional. Uno de ellos dijo que así como se van algunas empresas, vienen otras. El problema es que hasta ahora los capitales solo han estado sacando pasajes de ida de Bolivia y no hay miras de su retorno.
Las exportaciones de productos no tradicionales han caído en un 40 por ciento y aquello no solo representa una caída de los ingresos, sino también, el aumento de la debilidad de la economía nacional, cuyas ventas dependen casi en un 90 por ciento de los productos primarios como los minerales y los hidrocarburos. También se han derrumbado en un 90 por ciento las exportaciones de textiles, lo que provoca un fuerte golpe al empleo. La única salida para este sector sería la recuperación de las preferencias arancelarias que otorga Estados Unido a cambio de la cooperación de los países andinos en la lucha contra el narcotráfico. La respuesta del Gobierno boliviano ha sido un contundente: “no, gracias”.
Mientras que a los productores azucareros se les prohíbe exportar y en los mercados de cualquier ciudad sigue siendo una conquista toparse con el 'precio justo', los camiones que llevan el azúcar de contrabando al Perú, circulan con absoluta normalidad y en la feria de Desaguadero, los quintales se venden libremente y no “casados” con arroz o fideo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario