El pueblo fue declarado libre de analfabetismo. Sus vecinos evitan hablar del linchamiento del lunes 17.
Las autoridades judiciales salieron de la localidad y los transportistas temen ser detenidos o sufrir represalias.
Nicole Bisbal Brito
Periodista de La Razón
La mañana del domingo 23, los pobladores de Achacachi (a 96 kilómetros de la ciudad de La Paz) se preparaban para jugar un partido de fútbol en el estadio de la localidad, pero antes hicieron una “ofrenda a la Pachamama” para no romperse los pies en la cancha.
Según la creencia, el ritual respondía a bloquear “venganzas” por lo ocurrido una semana anterior, donde en el mismo lugar los comunarios lincharon a dos presuntos ladrones y torturaron vivos a otros nueve, hasta dejarles severas heridas en el cuerpo.
El pacto del silencio se apodera desde hace una semana de Achacachi. Nadie debe señalar quién tuvo la idea de ajusticiar a los supuestos ladrones ni a quiénes llevaron a cabo la fechoría.
“Es preferible no acercarse a ellos, alguien puede convocar al pueblo en aymara, ir de puerta en puerta y se verán rodeados, es peligroso”, le advirtió un poblador al equipo de La Razón.
En la plaza principal del pueblo, los achacacheños realizan su actividad rutinaria, “todo está normal”, dijo uno de ellos sentado en una banca, sin embargo, ante la presencia de personas ajenas a la comunidad, se ponen en alerta, miran con recato y lo comentan entre ellos. Esta actitud infunde miedo en los visitantes.
Según un poblador, quien prefirió no revelar su identidad, los achacacheños, en especial los transportistas, temen ser detenidos o sufrir represalias por lo ocurrido ese día y el miedo se extendió incluso a las autoridades judiciales y del Ministerio Público, quienes desde la semana pasada no retornaron a la localidad.
“Era fiesta de los transportistas cuando ocurrió todo eso, por eso tienen miedo, no quieren hablar de nada y ni los litigantes se acercan a la Corte”, añadió.
“El achacacheño borracho se comporta violentamente; en la plaza se ve cómo con piedras se rompen la cabeza por alguna disputa. Ese día, todos estaban borrachos, creo que es por eso que no medían lo que hacían”, complementó la fuente.
Ayer, por primera vez luego de lo ocurrido esa madrugada, Achacachi realizó un acto público con presencia de legisladores y diplomáticos: “Territorio libre de analfabetismo”. Al acto no asistió el presidente Evo Morales, pero sí estuvo presente el embajador de Cuba, Rafael Dausá.
La llovizna mojaba la tierra del estadio, pero aun así, el barro no escondía los mechones de cabello quemado y los trozos de ropa.
“Justo donde está instalada la tarima, estaban los ladrones”, recordó un achacacheño.
Según las versiones que recogió ayer este medio, la madrugada del lunes, los pobladores se percataron de que había un grupo de ladrones que robaban a los ebrios y se anoticiaron de que un micro, donde llegaron, estaba parqueado lejos de la plaza.
“Luego, algunos se subieron a los minibuses y llegaron hasta donde estaba el micro, encontraron algunos de los objetos robados dentro y luego le prendieron fuego”, relató un lugareño.
Sin embargo, algo de lo que no se habló abiertamente fue la rudeza con la que actuaron ese día.
Una vez reunidos los “ladrones” en el estadio, los achacacheños formaban rondas para agredirlos, “en poco tiempo ya estaban rociados con querosén y en menos de un segundo, sus cuerpos fueron incendiados”, contó uno de ellos.
Según lo que pudo escuchar el testigo, los pobladores decían en aymara “hay que matarlos, sino la Pachamama nos va a castigar y no va a hacer llover. Ya ha probado su sangre. Hay que matarlos”.
Los supuestos delincuentes corrían por la cancha para apagar las llamas que cundían por sus cuerpos, pero los pobladores los volvían a atrapar y los reunían en una especie de círculo.
“Hicieron nudos en sus látigos y les daban con eso sobre las partes quemadas de su cuerpo”, explicó uno de ellos. Según el relato, uno de los agresores le alcanzó a una de las mujeres acusadas una piedra de gran tamaño y le dijo: “¿Quién te ha traído?, ¡dale con esta piedra en su cabeza!”; la mujer se resistió en un principio, pero luego de ser amenazada con el látigo, lo golpeó en la frente.
La Policía llegó al rescate la mañana del lunes, no obstante, según un achacacheño, los ladrones amenazaban a su paso con retornar “para vengarse”.
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