Lo que no dijo ni García Linera menos Evo, fue si el triunfo electoral que recomiendan para la oposición asentada en las regiones, pasa porque se habilite o institucionalice el fraude, volteando el registro civil de las personas, otorgando cédulas de identidad desde casas de campaña, empadronando gente ya fallecida o clonando a quienes todavía siguen vivos para duplicar o triplicar identidades. Así, es más fácil ganar una elección, es más, así, hay más posibilidad de alcanzar el 67%. Por supuesto, es incuestionable el caudal que Evo tiene --no el MAS-- y que lo coloca por encima del 40% como el líder más importante en este momento. De ahí, a que pretendan que nos “banquemos” aquello del 67% y peor aún, que a título de aquél, ahora, resulte que el gobierno puede atropellar, chantajear, cercar ciudades, paralizar el comercio, transporte y exportación nacional con bloqueos, esgrimir un lenguaje feroz internamente y mostrarse angelical en el exterior, en fin, mofarse de la República y sus instituciones porque dizque, ese 67% había sido sinónimo de carta blanca, es inaceptable. La democracia no admite ganadores ni perdedores, sino, a unos que detentan el poder y lo ejercen gobernando para todos y no por siempre, y a otros que sin detentarlo, son parte de la realidad nacional, pertenecen a ella, y ejercen derechos y garantías constitucionales imprescriptibles. No verlo así y más bien, mirarlo como el gobierno lo está haciendo, es signo de autoritarismo y vandalismo político.
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