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sábado, 6 de septiembre de 2008

notable esfuerzo por resumir la historia de los enfrentamientos atípicos

Otra vez, como durante la gesta mítica del Che, como en los tiempos del ‘mandato revolucionario de las FFAA’ del nacionalismo militar y el martirio de los jóvenes de la columna guerrillera de Teoponte, como en la Asamblea del Pueblo a comienzos de los 70…Bolivia es otra vez escenario de definiciones políticas, ideológicas y militares respecto a proyectos de poder que pugnan espacios de influencia en la geopolítica de un mundo globalizado, como en una especie de ‘laboratorio social e histórico’ en el centro mismo de Sudamérica y el mundo.Ahora está perfectamente claro que lo que se juega actualmente en Bolivia es la viabilidad y el destino de dos proyectos de poder antagónicos con contenidos políticos y sustentación filosófica diferentes, en cuanto a visiones del mundo y de país, modos de vida y modelos de desarrollo.El proyecto de país emergente democrático-autonómico, abierto al mundo moderno y a la interdependencia global de la economía plural y competitiva, se resiste al embate de un poder centralista, gobernado por una ideología regresiva mezcla confusa de un neomarxismo ‘revolucionario’ y un ‘indigenismo’ fundamentalista impregnado de caudillismo mesiánico y autoritario.La posibilidad de un pacto social histórico de coexistencia democrática y pacífica entre ambos proyectos se va desvaneciendo cada vez más en medio de la parafernalia de marchas y contramarchas jurídicas y de escaramuzas políticas que intentan camuflar la determinación irreductible de las élites de poder y de conducción política de sus mandos.De la definición, cualquiera que ésta sea, de la actual coyuntura histórica por la que atraviesa Bolivia, surgirá un nuevo país, ojalá sobreviviente como Estado y como nación, sin traumas ni tragedias como en el pasado y sobre la base de un ‘pacto histórico de salvación nacional’.Lo atípico de este proceso es que el desmoronamiento del sistema político, producido por el desplazamiento de élites en el poder desde enero de 2006, enfrenta a dos proyectos antagónicos en un cuadro asimétrico en cuanto a expresión y representación en el interior de un instrumento de acción y de articulación política. El proyecto centralista tiene al MAS y a sus movimientos sociales. En términos de la doctrina clásica, el MAS no es un ‘partido’, es más bien un sentimiento y un movimiento social de enormes dimensiones.El proyecto democrático-autonómico, en cambio, carece absolutamente de un instrumento político que perfile los contenidos del país emergente que se está construyendo ‘sobre la marcha’, basado en un instinto ‘sobrenatural’ de ser y de existir de sus élites de conducción.Una visión prospectiva optimista prevé respecto al futuro una nación boliviana sobreviviente a la crisis; un país y un Estado democrático-autonómico moderno y plural con un sistema político ‘bi-bipartidista’ sustentando a una democracia social inclusiva y participativa de hombres y mujeres libres con ilusión y esperanzas. (Publicado en El Deber, SC)
* memocapobianco@gmail.com

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