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martes, 7 de octubre de 2008

previene de los riesgos a la espera del cerco en el congreso anunciado por el mismo jefe del estado

A salto de mata está la jerarquía cívica del país que tuvo que estructurarse prácticamente a la carrera frente a la necesidad irrenunciable de asumir la defensa de los intereses regionales, incluidos los de orden humano. Y está a salto de mata esa jerarquía cívica porque el Gobierno, que no consigue hacer pie con buenas políticas, ha resuelto sentar la mano sin tibiezas a quienes, según supone, tratan de hacerle mala sombra. De formas de hostigamiento que se creía superadas, impropias en todo caso en los regímenes democráticos o que pregonan ser de esta índole, son víctimas permanentes las jerarquías cívicas. Algunas de éstas se hallan pagando su temeridad, y las restantes han adoptado la forma de vida a salto de mata o simplemente se han borrado del mapa en uso legítimo de la prudencia. Frustrado el diálogo de Cochabamba que tenue luz de esperanza prendió en la noche negra que como plomo nos abruma, ahora estamos de manos a boca frente al cerco que campesinos o milicias armadas más propiamente, se proponen tender en torno del Congreso Nacional, un cerco para obligar a los legisladores a dar vía libre a una Constitución Política, por las buenas o por las malas, según expresión de la más alta instancia gubernativa, y de espaldas a su fementido fervor democrático.Con las milicias armadas en aprontes y con los ánimos caldeados, más bien hirvientes que las caracterizan, ¿cuál la salida que le queda al Congreso Nacional o más bien a los congresistas una vez tendido y cerrado el cerco? ¿Por dónde van a despuntar las deliberaciones en la máxima instancia legislativa dentro del prieto cerco humano y entre el estallido de petardos y de cartuchos de dinamita?No sorprendería a nadie si en acto de prudencia muy propio del ser humano, incluso del mejor dotado materialmente sobre todo, el Congreso Nacional aplazase su trascendental encuentro, que viene a ser algo así como una cita riesgosa entrelazada con la Historia y los supremos intereses de la República.El gobierno de Evo Morales no va a vacilar a la hora de instituir el proyecto de Constitución Política del Estado. No sin contundentes razones, el jefe del Estado y sin duda, igual sus colaboradores en la misión de gobernar se siente fuerte y, más que fuerte, todopoderoso. Imponer su Carta Magna, incluso en este país tan diverso geográfica y étnicamente, desde su punto de vista, carece de bemoles. Le bastará y le sobrará con alzar un dedo, disponer el cúmplase, y no tan sólo para que acojan un texto y un mandato, sino a la vez, para incorporarlo con los mejores laureles en la Historia Nacional. Pero aunque al tanto de los métodos expeditivos del gobierno de don Evo, el cerco que con tanta anticipación se ha anunciado a las puertas del Congreso, va a mantener en vilo la expectativa nacional e incluso la internacional. A ver si los observadores internacionales, compaginando más hechos que discursos, retratan con precisión y honradez lo que ocurre en estas lejanías que están de moda, vaya a saberse si para bien o para mal. (el deber de santa cruz, editorial)

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